domingo, 1 de enero de 2012

Juguetes para el recuerdo.

Esta entrada la vamos a dedicar a los juguetes, pero no a los juguetes actuales llenos de botones y sofisticación electrónica, juguetes que no fomentan la relaciones sociales del niño con otros de su misma edad, juguetes que fomentan la individualidad y el aislamiento del niño. No, no es a estos juguetes a los que quiero dedicarles esta entrada, es a esos otros, con los que los niños comparten tiempo e ilusión con otros niños y además les fomentan la imaginación. Es fácil ver a un niño coger una caja de fósforos y hacer de ella un coche, también es fácil ver a un niño aburrido pues se le acabó la pila al juguete que hace todo.
En mis años de infancia (ya hace un puñado de ello) con los juguetes salíamos a la calle a jugar con los amigotes, los vecinos o jugábamos en casa con nuestros hermanos. Hoy en día la mayoría de los juguetes son para que el niño “se entretenga solo”. Las calles son para los coches, no para las personas, a los vecinos del edificio ni los conocemos, la mayoría de los niños no tienen hermanos, la madre y el padre trabajan fuera de casa, así que cuando llegan a casa le dan la maquinita al niño para que se “entretenga solo” y los deje descansar, que bien merecido se lo tienen, pues llevan todo el día ganado dinero, para que al niño no le falte de nada.
Eran juguetes para compartir juego. Un balón de futbol, un parchís con la oca por atrás, un camión que había que empujar con las manos, una espada de romanos o de los mosqueteros, unas pistolas, arco y flechas para jugar a indios y vaqueros, estos últimos, son ya políticamente incorrectos, pues al parecer, fomentan en los niños el racismo y la agresividad. Los video-juegos, en los que se dispara a diestro y  siniestro contra todo lo que se mueve o en los que se atropella con el coche a mujeres embarazadas,  ancianos y negros para ganar puntos, no fomentan la agresividad y el racismo, sino la destreza visual y motora del infante y lo ayudan en el desarrollo de su psicomotricidad, ¡Toma ya!
 Ya no te digo  Aristóteles, sino, C. Coll, C. Freinet, J. W. Fritz Piaget, pura antigualla al lado de estos pedagogos contemporáneos.
Dejemos la psicología y la psicomotricidad para los “expertos” y centrémonos en los juguetes, que es de lo que queríamos hablar.
Un Caballo de cartón debió ser uno de mis primeros juguetes.
−  lo ponían en el suelo, se alejaban, lo miraban y decían ¡el ayo!, ¡el ayo! y corrían de nuevo a cogerlo−   esas son las palabras, con las que mi madre, describía la cara de asombro de mi hermano y mía, al ver aquel primer juguete del cual yo no tengo ningún recuerdo.
Sin embargo, recuerdo algunos otros juguetes de mi infancia, cono si fuera hoy. Los juguetes más entrañables de los que guardo recuerdo, son los hechos por mi padre, con madera, paciencia y mucho, mucho, amor. Además tenía que hacerlo por duplicado para los gemelos.
Unas carretillas verdes, en las que creo que no quedó maceta en el patio, que no cambiáramos de lugar, incluso, creo que nos llevábamos el uno al otro.
Unos patos de balancín, pintado de blanco con el pico rojo y el balancín azul y con el cual tuvimos algún que otro percance debido al exceso de impulso. Aquellos patos duraron años y en la adolescencia, medio descabezados, nos lo disputábamos los amigotes, para ver quien salía disparado más lejos.

Pato con balancín.


Y como no, un camión “Perkin” pintado de rojo y negro, con los herrajes y faros pintados de color plata. Aquel camión, duraron años. Por alguna razón, el volquete de uno de ellos, acabó años después en la despensa sirviendo de contenedor para la bolsa de la sal.
¿Por qué me acuerdo de estos juguetes? Sólo hay que mirarnos a la cara.
 
Camiones de Madera.



Lancha de madera.
Tenía el motor (hoy desaparecido) de un viejo despertador de cuerda, al que se le había dejado sólo el segundero libre de compas.
Recuerdo jugar con ella, en los charcos de la playa de San Telmo, en el Puerto de la Cruz.




Mi madre también nos hiso algunos juguetes y este burro es prueba de ello, creo que a mi hermana también le hiso alguna muñeca.
Burro de tela.

 



Este es un juguete, al que guardo un especial cariño.
Es el primer regalo de Reyes que les hicimos a nuestros padres, mis herman@s y yo.


Aquellos juguetes eran indestructibles, casi tanto como el recuerdo que dejaron en mí.

También recuerdo, unas carretas hechas por mi abuelo Cristóbal, cuando íbamos a visitarlo los fines de semana, nos las hacía  con “palas de tunera” (Opuntia) unas cañas y un trozo de badana de platanera para tirar de ellas.
No me parece adecuado maltratar una tunera para sacar una foto (aunque en algunos lugares es casi una plaga), de cualquier modo aquí está.
Carreta con palas de tunera.


A mi abuelo le quedaban mejor hechas.
Pondré un dibujo.


En aquellos tiempos no sobraba el dinero, ni había juguetes en las tiendas como hoy, por no haber, no había sino una tienda, la de “Los Herreros” y en ella, sólo se podían ver los juguetes de Navidad en Navidad. De manera, que había que echarle imaginación y paciencia y fabricar nuestros propios juguetes.

Dos cajas de fósforos, un camión con volquete y todo.


Una lata de sardinas un poco de alambre y unas alpargatas viejas para las ruedas, eran suficiente para hacer un coche.


Los “Carro  de Verga” (alambre) eran para manos más expertas y avilés. Recuerdo aún con envidia, los hechos por “Mingo el Coleta”, los hacía siguiendo un modelo real y los bordaba hasta en los detalles. Los míos eran sólo un coche o un camión.
Carro de Verga.


Patinete de madera con ruedas recicladas de otros juguetes o con cojinetes pedidos en algún taller mecánico.


Pelotas de papel o trapos. Una piedra (para que pese un poco) envuelta en periódicos o trapo viejos y amarrados con badana de platanera o alguna cuerda. Había que tener cuidado para que no se mojase pero sobre todo al darle con la cabeza, por si asomaba la piedra por algún lado.


Pistolas hechas con dos trabas  de la ropa, la munición era unos granos de millo escamoteados a las gallinas, en la venta de “Los Herreros” o en el molino de “gofio”.




Como olvidarnos de las cometas, tres trozos de caña, una hoja de periódico (si no había para comprar papel de colores), una “papa guisada“ utilizada como pegamento, unos trapos viejos para el rabo, un poco de hilo, escamoteado de las labores de la madre y a disfrutar de horas de diversión. Hoy son de plástico con dibujos preciosos, y siguen proporcionando ratos esplendidos.
Aprovecho para recomendar el libro “Cometas en el cielo” del afgano Khaled Hosseini.


Cometa.


Aún quedan algunos nostálgicos (28/3/2013).
(La Semana Santa es la época tradicional para volarla)


Cachimbas hechas con cañas (Arundo donax). Hoy no es precisamente adecuado fomentar el fumar entre los niños. Aunque en aquel tiempo fumábamos “mata la uva” (Pimpinella anisum) y barbas de millo (Zea mays) que te dejaban la lengua silbando.


Cuando no había otra cosa nos entreteníamos utilizando alguna planta, como juguete.
 El “Tasaigo” (Rubia fruticosa) que con sus hojas llenas de garfios se queda enganchada a la ropa. El juego consistía en pegárselo en la ropa de otro y no quedarte con él, cuando decidíamos salir corriendo cada uno para su casa. Igual sucedía con el Amor de hortelano (Galium aparine).
Tasaigo (Rubia fruticosa).


Y como olvidarnos de los “chiratos” o amor secos (Bidens pilosa).



Otro de los juegos era “Los Gallitos” (Plantago lanceolata), el juego consiste en coger un par lo más robusto posible, e ir golpeando alternativamente el gallito del contrincante hasta que uno de los dos se partiera.


Como olvidar “el explota” cogíamos las flores de “conejera o rillabuey” (Silene vulgaris).
 Para golpear la cabeza de amigote con ellas y que produjera el “ploc” característico.
El truco consiste en cerrar con los dedos la boca de la flor de manera que cuando se golpee explote. Asegúrese de que la flor está tierna y no ha fructificado, pues de lo contrario en lugar de un “ploc” oirá un ¡ayyyy!, y es fácil que le den un “samagazo por las ternillas”, pues la capsula de las semillas ocupa casi por completo el interior de la flor y en muy dura.



Me había olvidado de las “plaganas” (espiga), casi todas las gramíneas sirven para el juego.
Juego puñetero, pues consiste en introducir la plagana (espiga),  de punta por el cuello o por las mangas y salir corriendo para que no te pillen.
La plagana se encarga solita de colarse, pues los garfios, de las lemas y las arista, hace que cada movimiento para intentar sacarla, produzca el efecto contrario y se cuela más y más.
Los fragmentos, se quedan incrustados en la ropa y te pasas un buen rato intentando quitarlos para que no te pique por todos lados.




También jugábamos con la espiga florífera de otra gramínea “malanga, malango” (Avena canariensis).
El juego consistía en hacer un lazo corredizo con la paja malanga y ponernos al acecho en una pared de piedra a la espera de que asomara el “jocico” algún lagarto, en cuanto introducía su cuello en el lazo, tirábamos y ya teníamos juguete para rato, los llevábamos caminando a modo de mascota, en ocasiones, enfrentábamos a dos “dinosaurios” para ver quien ganaba.
 


El juego era algo cruel, pero rara vez le costaba algo más que un poco de molimiento al infortunado “verdino” (Gallotia Ssp.)
Recreación.


Pipas de damascos (Prunus armeniaca), este era otro de los juguetes más utilizado, con sus múltiples variantes, “al más cerca”, se coloca una pipa junto a una pared y desde una cierta distancia se intenta golpear con otra pipa, ganaba aquel que lo consigue y se queda con todas las pipas lanzadas hasta ese momento.
Blancas o negras, se marca una pipa raspándola sobre una pared blanca y se tira la pipa marcada a modo de cara o cruz y el que acierte se queda con la cantidad de pipas apostadas.
A la “ajuntada” se coloca una pipa en la palma de la mano y otra en el suelo, se tira la pipa de la mano al aire y se recoge la del suelo,sin que caiga ninguna al suelo, se va incrementando el número de pipas aportando una cada jugador, hasta que alguien falle y el que gane se queda con las pipas recogidas.
Pipas de damasco.


El trompo era uno de esos juguetes que nos hicieron pasar infinitos ratos de diversión y algún que otro disgusto si jugábamos al “canga-raja” y perdíamos, pues se jugaba con un trompo cuya puya, pua o punta se había afilado a modo de "chuela" (a modo de formón), con el fin de que se clavara el trompo del contrincante y poder partirlo.

Trompo (Peonza).
Quien se resiste a  intentar "bailarlo", cuando ve uno.
El mío anda perdido, cuando lo encuentre pondré su foto, por lo pronto va un dibujo.



Trompo adquirido en una feria de artesanía Iberoamericana.


La “Guingadera” (tirachinas).
Hoy en día me avergüenzo de las caserías de pájaros y lagartos con las que nos entreteníamos.


Boliches y vidriogas. (Canicas).
Foto. (Web Todocoleccion).

 Foto. (wikipedia).
Los “boliches” muchas veces hechos por nosotros mismos con “mazapén” (barro) o de hierro sacados de algún cojinete y las “vidriogas” de vidrio de múltiples colores. Con ellos jugábamos al “pichi-palmo” al hoyo, al más cerca… ¡vaya recuerdos!

También coleccionábamos las estampitas que venían en las cajas de cigarros y en las cajas de fósforos, con estas últimas jugábamos a los “cartones”. El juego consistía en ponerlas boca abajo y con la palma de la mano ahuecada intentar darle la vuelta.
Diferentes colecciones de estampas que venían en las cajetillas de cigarros.


Paisajes isleños, Reyes españoles y militares de la II Guerra mundial.


Paisajes y lugares de España, Mapas de países, sus trajes y sus banderas.


Lugares de Canarias, Muchos de estos lugares han desaparecido.


Como siempre he sido muy cuidadoso, conservo algunos de esos juguetes, y algunos familiares me han dejado otros juguetes antiguos. Aquí va una muestra de ellos.
Guardo un recuerdo especial del “Robot Mágico”, un juguete enviado desde Venezuela por algún familiar, no recuerdo quien.



Marcabas la pregunta con su barita y luego lo colocabas sobre el espejo, aquel increíble robot, giraba rápidamente dando la respuesta correcta, era mágico de verdad. Competíamos para ver quien acertaba más. Aprendimos bastantes cosas con aquel robot mágico.



Como no, Los “Juegos Reunidos”, como olvidar aquellos juegos de mesa, con los que pasamos tantas horas; aprendimos a jugar al ajedrez, a las cartas y a un sinfín de juegos que ni sabíamos de su existencia. Recuerdo, que ya de mayores, teníamos casi un casino montado, jugábamos con los amigotes y alguna vez nos jugábamos alguna peseta, aunque eran escasas.


Una rana mecánica saltarina.


Una tortuga con el cuello y el rabo de balancín, pertenece a C. Rosa  mi esposa.


Como podía faltar la vieja armónica.
Pertenecía a Serafín ya fallecido, y me la dio su madre "tía Anita". 


Piano de madera, estaba en Casa de “tía Concha”, desconozco a quien perteneció.


Pinocho articulado, en madera.



Una serie de juguetes traídos desde Barcelona, por  mi tío Juan “El Catalan” cuando decidieron regresar a la tierra de mi tía Candelaria, ella me los dio a mí, pues sabe de mis cuidados y el gusto por las cosas antiguas. Es fácil que estos juguetes se aproximen a los 80 años.

Construcciones de casas y palacios.


 Catalogo con modelos.


Piezas.


Con el precio, por supuesto en pesetas.
Toda una fortuna para la época.


Tren de cuerda. Con vagones para el carbón, mercancías, correo y pasaje.







Faro con aviones, se le da cuerda y los aviones giran en torno al faro y sus hélices se mueven a toda velocidad.




Muñeca de porcelana, hoy vestida con el traje típico canario, a saber que traje tenía en sus orígenes Catalanes.


Estos otros son replicas de juguetes antiguos fabricados en hojalata, que me dieron mi hermana Beatriz y mi cuñado Andrés.


El pez grande se come al chico.


Avioneta


Gallinas comiendo.


Huevo con su pollito dentro.


Oso con tambor.


Jinete con armadura.


Moto con sidecar.


Músico.


Helicóptero.


“Guagua” de dos pisos (Autobús).


Noria.


Tren.


Coche y su circuito.


Caballo con balancín (Madera).


Este otro juguete fue heredado de mi madre, al parecer lo trajeron de Cuba a principios del siglo pasado.
Estereoscopio que permite ver fotos en tres dimensiones, no piensen que eso de las 3D. es un invento del cine moderno.
Estereoscopio.


Estereoscopio con fotos de diferentes partes del mundo.



A los juegos infantiles ya prácticamente desaparecidos, la piola, el caballito, el trapo escondido y un larguísimo etcétera, tal vez le dediquemos una entrad más adelante.